En Escaparate celebramos a quienes dan vida, enseñan y cuidan. Por eso, en esta edición especial dedicada a la maternidad, quisimos hablar del desarrollo infantil desde una mirada profesional, sensible y profunda. Invitamos a la Dra. Hiromi Alejandra Cano Reyes, médica cirujana con especialidad en neuropsicología clínica, a compartir su experiencia en el acompañamiento de madres, padres e hijos en las etapas más importantes del crecimiento.
La Dra. Cano Reyes cuenta con una Maestría en Neuropsicología por la Universidad Internacional de Valencia, España, y se ha dedicado a la evaluación y rehabilitación neuropsicológica de niños, adolescentes y adultos mayores. Su enfoque empático y humano le ha permitido acompañar a numerosas familias en el desarrollo saludable de sus hijos, así como en la detección oportuna de alteraciones cognitivas y emocionales. Actualmente ejerce en la ciudad de Durango, donde impulsa un espacio integral para la atención médica y neuropsicológica.

A continuación, te compartimos este artículo que escribió especialmente para Escaparate:
El desarrollo infantil: mucho más que crecer
Por la Dra. Hiromi Alejandra Cano Reyes
Cuando hablamos de desarrollo infantil, muchas veces pensamos únicamente en el crecimiento físico de los niños: su peso, estatura o cuándo aprenden a caminar. Sin embargo, el desarrollo infantil es un proceso mucho más complejo, en el que intervienen áreas cognitivas, sociales y emocionales.
Durante los primeros años de vida, el cerebro de un niño forma millones de conexiones neuronales que serán la base de su aprendizaje futuro. Por eso, este periodo es considerado una ventana de oportunidad para potenciar sus habilidades, prevenir dificultades y detectar señales de alerta a tiempo.
Si bien cada niño tiene un ritmo propio de maduración, existen hitos del desarrollo neurológico que nos orientan sobre su avance.

Por ejemplo, hacia los seis meses se espera que el bebé comience a responder a su nombre, y alrededor de los dos años, que sea capaz de formar frases simples con intención comunicativa. La ausencia o retraso en conductas como el contacto visual, la interacción social, el lenguaje expresivo o la autorregulación emocional puede ser indicativo de un posible trastorno del neurodesarrollo. Ante estos signos, es recomendable realizar una evaluación clínica especializada que permita descartar alteraciones y brindar intervención temprana si es necesario.
La estimulación no se trata de llenar la agenda del niño con actividades, sino de ofrecerle un entorno rico en afecto, comunicación, juego, música, cuentos y rutinas. La calidad del vínculo con los cuidadores es tan importante como cualquier otra intervención.
Como médica con formación en neuropsicología clínica, he acompañado a muchas familias que, al comprender cómo funciona el desarrollo cerebral, logran fomentar un crecimiento armónico en sus hijos. Invertir tiempo, paciencia y amor en los primeros años no solo fortalece el vínculo familiar, sino que también previene futuros problemas de aprendizaje y comportamiento.
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