Descubre a Gabriela Vega, una notaria con más de dos décadas de experiencia en el ámbito legal. Desde sus inicios en la Notaría Pública Número 13, Gabriela ha demostrado un compromiso excepcional con su profesión y una adaptabilidad notable ante los desafíos del entorno legal. Su carrera, marcada por un profundo conocimiento del notariado y un enfoque personalizado en cada caso, refleja su dedicación a la integridad y la excelencia.
Platícanos un poco sobre tu trayectoria profesional.
Comencé mi carrera en la Notaría Pública Número 13, que era dirigida por mi padre y ahora por mi hermano. Cuando estaba en preparatoria, trabajaba durante las vacaciones. Posteriormente, al ingresar a la Facultad de Derecho, empecé a trabajar todos los días. Después de muchos años de trabajo y estudio, presenté los exámenes correspondientes y en el año 2001 se me otorgó el nombramiento como Notaria Pública Número 1 de la ciudad de San Juan del Río, donde estuve por seis años. Posteriormente, en 2007, me trasladaron a la ciudad de Canatlán, donde permanecí hasta octubre de 2023. En esa fecha, fui trasladada a la ciudad de Durango para ocupar la Notaría Pública Número 22, de la que actualmente soy titular.
¿Cuál ha sido tu lección o reto más importante a lo largo de tu carrera?

Definitivamente, mi mayor reto ha sido trabajar durante la pandemia. Las notarías se mantuvieron abiertas y fue muy difícil trabajar debido al temor generalizado de la gente, lo que complicaba la convivencia con los clientes. Afortunadamente, esta situación ha terminado.
¿Qué servicios notariales ofreces y cuáles consideras que son los más solicitados?
Los servicios que ofrezco en mi notaría incluyen la elaboración de todo tipo de contratos, certificación de documentos, ratificaciones de firmas, trámites de sucesiones, poderes, testamentos y, en general, todo tipo de servicios notariales personalizados. Los más solicitados son la elaboración de contratos y los trámites de sucesiones.
¿Por qué es importante tener un testamento y cuáles son las consecuencias de no tener uno?

Tener un testamento proporciona al testador la seguridad de que, al fallecer, sus herederos se sujetarán a lo que él decidió y deberán acatar su voluntad. De esta manera, el patrimonio del testador se podrá transmitir a las personas que él designó como sus herederos o legatarios. Sin un testamento, la distribución del patrimonio queda sujeta a las normas de sucesión intestada, lo que puede llevar a conflictos familiares y complicaciones legales.
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LIC. MA. GABRIELA VEGA PÉREZ
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